domingo, 20 de octubre de 2024

Un debate sin pena ni gloria

Todo lo contrario, Aragón necesita que las cuestiones que nos afectan merezcan la pena por la gloria de nuestra histórica nación.

Sin  embargo, el debate que ha habido esta semana sobre el estado de Aragón parece que apenas merece una reflexión en las ediciones dominicales, que concentran de alguna manera lo acontecido de interés durante la semana. 

Aragón lleva un tiempo dormido, quizá desde la ejecución de los decretos de Nueva Planta allá por 1710. Nada parece sublevar el sentimiento aragonés. 

El debate acontecido esta semana es una muestra más. Nuestro presidente, es nuestro presidente aunque no nos guste, parece sobrado ante una oposición cuya queja queda apagada en la nada. No será por la variedad de grupos políticos que tenemos: PSOE, Chunta, IU, Podemos... los timoratos de Teruel Existe, los capotes del PAR, y los esPPañolistas de Vox. Porque nunca ha habido tantos partidos políticos representados en nuestras Cortes. Muy pocas veces un partido ha estado tan solo como lo está el PP, salvo, insisto esos que parece que, pero no.

Apenas se habló de industrialización, vertebración, infraestructuras, de natalidad... Los deficits de siempre siguen existiendo.
Quizá mucho se solucionaría si España nos paga los 8 mil millones de euros nos sigue debe por competencias transferidas sin dotación presupuestaria.

Apenas se habló de identidad. Solo el PAR volvió a hablar de la importancia de la bilateralidad y de la haciendo foral aragonesa. 
Nadie habló de nuestra cultura, nuestro patrimonio material e inmaterial. Solo Chunta mencionó al aragonés, y el catalán, que al ir juntos solo sirve para abandonar el aragonés.

Si hablamos de los medios españoles lo de siempre. No dedicaron ni un segundo. Da igual televisiones públicas o privadas. Algo que no pasa por supuesto si el Debate ocurre en Euskadi, Cataluña o Madrid.

En definitiva una oportunidad perdida para que Aragón se reivindique. Pero la culpa no solo la tiene los políticos sino también una sociedad dormida, complaciente, de baja autoestima colectiva. Donde sigue primando lo que hace el vecino más que nuestro propio interés.


Imagen de la mesa de las Cortes antes del Debate.